9/12/2021
Antes de la pandemia,
el sector se estaba desgastando, no por la baja de turistas ni por el gasto
promedio, pues había tantas personas viajando como nunca y la derrama económica
era altísima, sino que ya existía una fatiga en los destinos turísticos más
importantes o emblemáticos. Ya no era raro escuchar que, en distintas ciudades
europeas, el exceso de visitantes fuera motivo de queja. Más que un beneficio,
esto provocaba molestias innecesarias.
¡Qué equivocados
estaban esos ciudadanos! Es cierto que se exageró en algunos lugares la
reconversión de lo local por lo estereotipado; sin embargo, ahora que el mundo
está detenido, se sintió el golpe en la economía y en el ánimo de las personas
debido a la ausencia de vida en puntos que parecían que jamás estarían vacíos.
La cadena de valor del turismo no se remite exclusivamente a servicios
directos, como muchos agentes económicos opinan. El turismo va más allá de un
hotel, un avión o un tren porque es una de las actividades económicas más
amplias que existen en la economía mundial y que, además de ser un porcentaje
importante en el producto interno bruto, es una de las principales generadoras
de fuentes de empleo en todo el mundo.
Nunca se había
manifestado tanto la necesidad de viajar. El no poder salir ni de los hogares
provoca un sentimiento de frustración, miedo, enojo y ansiedad. La industria
turística empezó a distribuir material audiovisual y a hacer webinars (vídeo-conferencias)
para intentar acercarnos a un destino, generar una referencia y esperar a que, llegado
el momento, escojamos este lugar.
Lo que está pasando
no tiene referencia alguna y por lo tanto, no se puede hacer una predicción
basada en hechos reales de cómo se comportará el mundo de los viajes cuando la
pandemia termine. Por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial no hubo Juegos
Olímpicos ni Mundial de Futbol, pero las personas no viajaban por el mundo como
ahora, y a estos eventos sólo acudían los deportistas, los directivos y jueces
además de que el público era, en su gran mayoría, local. La cantidad de vuelos comerciales era mínima
en comparación con 2019 y la infraestructura hotelera, portuaria, naviera y de
parques temáticos no existía. Ahora todo paró y el mundo resintió la falta de
turistas.
La reactivación va
lenta. Aunque ha habido indicios de actividad al alza en algunos momentos, la
verdad es que con la aparición de las nuevas cepas los turistas detienen sus
planes y la desconfianza generalizada se hace presente. De igual forma, los
gobiernos de los principales destinos turísticos, a fin de proteger a sus
ciudadanos, aplican restricciones que hacen más difícil el acceso y desmotivan
a los viajeros.
Esperemos que a nivel
global surja la concientización de la necesidad de vacunarse con el fin de ir
construyendo un cerco al virus y una constante apertura a los viajes porque
francamente, todos tenemos la necesidad de viajar.
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