18/4/2022
De acuerdo con los Censos Económicos 2019 (CE2019),
las pequeñas y medianas empresas, o pymes, representaban en 2018 el 30.7% del
valor agregado generado por las unidades económicas a nivel nacional. Al
analizar la distribución intersectorial de dicho valor agregado, el 64% de
encontraba concentrado en los sectores de comercio y las industrias
manufactureras. Dicha cifra se elevaba al 78.8% si agregamos los sectores de
transportes, apoyo a negocios, la hostelería -alojamiento temporal y
elaboración de alimentos y bebidas- y el sector construcción.
Si se estudia la distribución intrasectorial del
valor agregado por tamaño de unidad económica, se observa que las pymes
representaban la mayor parte del valor agregado sectorial para el caso del
sector agropecuario, el comercio mayorista, los servicios educativos, la
construcción, el comercio minorista, los servicios inmobiliarios y los
servicios profesionales.
Respecto al financiamiento a las pymes, la
distribución de valor agregado entre sectores guarda una correlación positiva
con la distribución de los saldos de cartera, con algunas excepciones, como el
sector de servicios profesionales, que ocupaba una posición superior en lo que
a crédito se refiere en comparación con su posición relativa en términos de
acumulación de valor agregado.
Previo a la pandemia, el financiamiento a pymes
mostraba ya una dinámica de carácter diverso a la observada para el crédito a
empresas de mayor tamaño, la cual puede explicarse parcialmente por dos
indicadores de actividad empresarial. En primer lugar, la escala operativa
promedio varía significativamente entre sectores, en función de las necesidades
mínimas de activos fijos para la operación de una unidad económica. En el
caso del comercio, por ejemplo, la escala operativa es menor que en sectores
como la minería o el sector de generación de electricidad, agua y gas, lo cual
posiciona al comercio como un sector intrínsecamente apto para la actividad de
las pymes.
En segundo lugar, la rentabilidad de las unidades económicas
también difiere entre sectores; el comercio al por mayor, las manufacturas, la
construcción y los transportes presentan índices de rentabilidad menores a los
de sectores como los de minería, servicios educativos o apoyo a los negocios.
En el caso del comercio al por menor y la hostelería, la rentabilidad se
encuentra en un rango medio. Las variaciones de este indicador podrían implicar
tanto un efecto sustitución, el cual explicaría una relación inversa entre
rentabilidad y financiamiento (al reinvertir las utilidades en lugar de
recurrir al crédito), como un efecto ingreso, que implicaría un aumento de la
demanda por financiamiento ante la expectativa de mayor rentabilidad.
En el caso de las pymes, caracterizadas por una
menor rentabilidad promedio respecto al período previo a la pandemia, el efecto
sustitución antes mencionado debería dominar al efecto ingreso para resultar en
una expansión de la demanda crediticia. Respecto al crédito bancario, empero,
existe una dimensión adicional de sustitución del financiamiento, representada
por los proveedores de las pymes que, de acuerdo con la Encuesta Trimestral de
Evaluación Coyuntural del Mercado Crediticio de Banxico, al cierre de 2019
representaban la principal fuente de financiamiento para las empresas pequeñas,
pues 78% de las empresas encuestadas en el 4T19 usaron esta fuente , mientras
que la banca lo era para tan sólo el 19.5% de las mismas en el período de
referencia.
La ventaja en términos de distancia en la red
productiva -una distancia geodésica de 1-,
así como la incorporación de costos de financiamiento de manera implícita en el
precio de sus productos, son ventajas irrefutables de los proveedores sobre el financiamiento
bancario.
No obstante, la pandemia por covid-19 afectó fuertemente
tanto a las pymes como a sus proveedores, por lo cual el financiamiento
bancario pudo ayudar a hacer frente parcialmente a los efectos adversos de la
pandemia y así reducir las afectaciones en términos de flujos operativos.
Un menor consumo privado y mayores tasas de interés
implicarían un rezago en la recuperación, con persistente heterogeneidad entre
sectores y destinos
Ante la actual coyuntura de recuperación incompleta
de los componentes de la demanda agregada respecto al período previo
a la pandemia, las unidades económicas y, particularmente las pymes encuentran
condiciones adversas para la reactivación de su demanda por financiamiento. Las
pymes de sectores como el comercio y la hostelería se ven afectadas
directamente por una desaceleración en la recuperación del consumo privado,
pudiendo esto tener dos efectos en la demanda por financiamiento bancario.
Por una parte, la reducción en los ingresos
implicaría una menor perspectiva de flujos de ingreso futuros, contrayendo la
demanda por financiamiento; por otra parte, la utilización de crédito como
sustituto de los propios ingresos para cubrir gastos de operación podría
impulsar temporalmente la demanda por crédito bancario.
Tomando en cuenta que el 77.4% del crédito a pymes
se destina a capital de trabajo, este último efecto resulta significativo,
aunque el impulso que representa no parece sostenible ante una menor actividad
sectorial persistente, que limitaría los flujos de ingresos para pagar las
obligaciones adquiridas y podría deteriorar la calidad de la cartera. Aunado a
ello, el aumento esperado en el costo del financiamiento (mayores tasas de
interés) constituye un factor adicional que podría limitar la demanda por
crédito bancario.
Asimismo, la debilidad en la inversión podría
impactar la demanda por financiamiento de pymes. En sectores como las manufacturas
y la construcción, las pymes fungen como nodos generadores de valor ya sea como
eslabón en una cadena de valor o como nodo periférico en una estructura
productiva radial, que provee de insumos a otra empresa, generalmente de mayor
tamaño. Una menor inversión disrumpiría dichas redes generadoras de valor,
impactando negativamente a la cantidad intercambiada de los bienes
producidos, lo cual se traduciría en una menor necesidad de financiamiento
bancario ante una expectativa de menores ingresos empresariales.
En resumen, el actual entorno de mayores tasas de
interés e intermitencia en la recuperación del consumo no es favorable para la
reactivación del crédito a pymes, considerando que la mayoría de las pymes
acreditadas se encuentran en el sector comercio.
Adicionalmente, el surgimiento de cuellos de
botella en las cadenas de suministro globales y el encarecimiento de las materias
primas a nivel global (en parte debido al conflicto entre Rusia y Ucrania)
podrían asociarse con retrasos en la solicitud de un crédito bancario para
pymes - principal, mas no exclusivamente, manufactureras- que adquieren insumos
o venden sus productos en el mercado exterior.
La cartera a pymes presenta una reducción en la
magnitud de sus contracciones anuales desde el 2T21. No obstante, no existe un
solo sector que haya registrado un crecimiento real durante el año.
Si se analiza la dimensión del destino del
financiamiento, únicamente el pago de pasivos registró un crecimiento sostenido
durante 2021, lo cual implica mayormente una partición diferente de la cartera
por institución financiera, pero no indica un crecimiento en el mercado
potencial del segmento, ni apunta a una reactivación generalizada de la demanda
por financiamiento.
La pandemia exacerbó una tendencia a la baja que el
financiamiento bancario a pymes presentaba ya al inicio de la misma. La
competencia de los proveedores y un entorno de caída en ciertos componentes de
demanda agregada afectaban ya la cartera desde años atrás. Aunado a esto, la
menor confianza empresarial debido a cuellos de botella y la persistencia
inflacionaria podrían implicar, en el corto plazo, un rezago significativo en
la recuperación del crédito a pymes.
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