17/10/2022
A principios
de este mes el gobierno federal anunció un nuevo plan para intentar reducir los
elevados niveles de inflación. Me parece que dicho plan no logrará su objetivo.
Hay que
reconocer que la inflación actual es un fenómeno global y que en el caso de
México se explica en muy alta medida por factores externos. Aislarse de las
presiones en los precios globales es muy complicado para una economía tan
abierta como la mexicana. Hay poco que el gobierno federal pueda hacer.
Ahora
bien, algunos elementos del Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía
(Apecic) pueden resultar contraproducentes. Tal es el caso de las restricciones
a las exportaciones de productos como el maíz blanco, el frijol, la sardina, y
la chatarra de aluminio y de acero. La experiencia internacional muestra que
las restricciones a las exportaciones no suelen ser efectivas para reducir la
inflación y que pueden resultar en efectos no deseados como son la falta de
inversión futura (y menor oferta) en sus respectivos sectores: es menos
atractivo invertir en la producción de un artículo y desarrollar capacidades
logísticas para exportarlo si se percibe que se puede ser objeto de una
prohibición a la exportación.
Además,
se corre el riesgo de que los países socios comerciales puedan tomar medidas
proteccionistas retaliatoria e imponer por su parte restricciones a la
exportación de productos que México importa; ello aumentaría la inflación en
los bienes que importamos o, peor todavía, conduciría a escenarios de escasez.
Lo que implicaría un peor equilibrio para todas las partes. En un entorno de
alta inflación global se necesita más y no menos comercio.
Otro
elemento inquietante es delegar a las empresas importadoras la responsabilidad
de examinar que los bienes agropecuarios que entran al país cumplan con
criterios sanitarios. Preocupa primero porque la experiencia nos muestra que es
fundamental tener regulación y supervisión para productos que pueden afectar la
seguridad o la salud de las personas. ¿Estaríamos dispuestos a que cualquier
compañía farmacéutica sacará medicamentos al mercado sin ser antes examinados
por una agencia independiente?, ¿a viajar en aviones que no tengan que pasar
por las inspecciones de control de distintas autoridades aeronáuticas?
Pero,
además de la preocupación de que la medida pueda resultar en importaciones de
productos que puedan causar plagas, dañar a las personas o comprometer las
exportaciones, debemos preguntarnos si esto ayudará a bajar los precios de esos
productos. Y eso no es claro. Tanto en términos de las potenciales
externalidades negativas de una inspección deficiente, como por lo que toca a
los costos que para cada empresa tendría el realizar inspecciones que podrían
trasladar a los consumidores.
En el
marco del Apecic grandes empresas distribuidoras se comprometieron a reducir en
8% el precio de 24 productos de la canasta básica. Me parece que no se logrará
el objetivo. Primero porque millones de mexicanos no adquieren estos productos
de las grandes empresas que se sumaron al acuerdo, sino que lo hacen, en
especial las familias de menores recursos, en mercados locales que no se
sumaron a este acuerdo. Segundo, es complicado que estas grandes distribuidoras
puedan lograr el objetivo de no aumentar los precios cuando sus proveedores
están enfrentando mayores costos. De lograrlo, eventualmente esos mayores
costos se traspasarían a precios una vez concluido el acuerdo; se estaría
pateando el balón hacia delante.
Con
base en esto, no creo que el mercado vaya a cambiar sus pronósticos de
inflación en respuesta al Apecic. Pero lo que sí creo es que la inflación
comenzará a disminuir en los próximos meses y que el año entrante podría cerrar
con niveles cercanos a 4%, sustancialmente más bajos que el 8.7% actual, aunque
superiores a la meta de 3%.
La
inflación bajará debido a la desaceleración económica en México y en el mundo,
al desvanecimiento de los cuellos de botella en las cadenas de valor global, a
la caída en precios de materias primas y a efectos comparativos, pero no por
prohibir exportaciones o poner en riesgo la seguridad agroalimentaria.
Los
precios envían señales importantes. Cuando hay escasez de un producto, el
precio sube y crea el incentivo para producir más. Lo deseable es que la
política no interfiera con esas señales.
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