3/2/2023
La
mayor historia de éxito económico en el siglo pasado es la de los llamados
tigres asiáticos: Taiwán, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong. Estos países
lograron convertirse en economías avanzadas en un corto tiempo: mientras que en
1960 tenían niveles de PIB per cápita similares a los de países del áfrica
subsahariana y menores al de México, hoy están entre las 30 economías que
producen mayor riqueza por habitante en el mundo. Mientras que México tiene un
PIB per cápita de alrededor de 11 mil dólares, el de Corea del Sur es de 35
mil, el de Taiwán de 36 mil, el de Hong Kong de 52 mil y el de Singapur de 84
mil dólares.
Estos
países lograron un éxito económico sin precedentes. ¿Cómo?, supieron aprovechar
un momento histórico clave: cuando las empresas estadounidenses del sector
electrónico, en particular en el ramo de semiconductores, se dieron cuenta que
no les sería posible ser competitivos tanto en el diseño de los productos como
en su manufactura; así optaron por especializarse en su diseño, que es la
actividad con mayor valor agregado y subcontratar la manufactura a empresas que
tuvieran ventajas competitivas para ello, en particular menores costos
salariales.
Los 4
tigres decidieron tomar ventaja de esta coyuntura para convertirse en potencias
en la elaboración de productos electrónicos. Para lograrlo, se necesitó que los
sectores público y privado trabajaran conjuntamente. Dieron certidumbre
jurídica a la inversión, se abrieron al comercio y otorgaron facilidades para
que las empresas se instalaran en sus países.
Los
gobiernos de Singapur y Taiwán dieron un apoyo decidido a la fabricación de
semiconductores al grado que hoy en Taiwán una sola empresa, TSMC, produce el
60% de los semiconductores avanzados del mundo.
Hoy
México tiene una oportunidad que podría ser tan buena como la que tuvieron los
4 tigres en los años 60. Esto debido a que las empresas que sirven al mercado
de Estados Unidos se han dado cuenta de que tener una parte significativa de su
cadena de producción en Asia, y en particular en China representa riesgos
significativos. Tanto por el conflicto comercial entre Estados Unidos y China,
como por los riesgos geopolíticos que conlleva producir en aquel país.
Además,
el gobierno de Estados Unidos, está ejerciendo una fuerte presión para que la
producción de productos electrónicos sofisticados, en particular de
semiconductores, no se lleve a cabo en el gigante asiático (ni en un país que
China reclama para sí). Se trata, sobre todo, de un conflicto por la supremacía
tecnológica y militar, pues quien logre producir los semiconductores más
eficientes, tendrá las principales ventajas en el terreno militar.
En este
mismo sentido, el que la producción de semiconductores avanzados esté tan
concentrada en un país, representa riesgos enormes. Es por ello que en su
reciente visita a México, el presidente Biden insistió en la necesidad de ir
migrando la producción de semiconductores a América del Norte. Es una oportunidad
que México no debería desperdiciar. Desde luego que el país no está en
condiciones de diseñar semiconductores (muy pocas empresas en el mundo pueden
hacerlo) pero sí de atraer empresas que puedan manufacturarlos en nuestro
territorio. Atraer la producción de equipos electrónicos sofisticados
resultaría en la creación de empleos mayormente calificados y tendría
externalidades positivas hacia otras ramas del sector de equipos electrónicos,
y la manufactura en general, como ocurrió durante el ascenso de los exitosos 4
tigres.
Pero
para que esto ocurra, hay que aprender las lecciones de lo sucedido con estos 4
países. Es necesario invertir más en investigación y desarrollo y en la
preparación de más ingenieros que puedan formarse en las mejores universidades
del mundo y regresar a aplicar el conocimiento de vanguardia en la industria.
En este sentido, preocupa la reducción del financiamiento y promoción de estos
rubros por parte del Conacyt.
Además, como lo hicieron ellos, hay que crear un
clima de inversión seguro y con certidumbre, lanzando señales de que los
contratos serán respetados y de que el país es un socio confiable. Y,
crucialmente, se debe corregir el rumbo de la política energética para asegurar
a las empresas que vengan que podrán contar con una oferta de electricidad no
contaminante y a precios competitivos.
México
está ante una oportunidad como la que tuvieron los tigres hace 6 décadas. No se
debe dejar ir. Para ello, los sectores público y privado, así como la academia,
deben de trabajar de la mano.
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