8/6/2023
Hace
unos días la Secretaría de Economía dio a conocer la cifra preliminar de
inversión extranjera directa (IED) que entró al país durante el primer
trimestre de este año. Se trata de un buen dato: 18 mil 636 millones de
dólares. En México, desde hace tiempo, la IED puede financiar por sí misma el
déficit de cuenta corriente, aún en el escenario en que los flujos de
portafolio desaparecieran. Los montos relativamente elevados de IED son uno de
los factores que explican que México tenga estabilidad en las cuentas externas
y sea menos vulnerable a eventos de volatilidad en flujos de portafolio de lo
que era en el pasado o de lo que son otros países emergentes.
El
monto de IED recibido en el primer trimestre compara favorablemente con el
mismo periodo del año pasado en el que se registraron entradas por 19,428
millones de dólares (utilizo también la cifra preliminar con fines de comparabilidad).
En
México el dato de IED se ajusta siempre al alza a medida que se incorpora la
información de empresas que tardan en reportar sus cifras de inversión: el dato
del primer trimestre del año pasado terminó siendo de 22,794 millones de
dólares y seguramente el correspondiente al primer trimestre de este año será
mayor al reportado hace unos días.
Sin
embargo, conviene tener presente que, en 2022, se registraron dos operaciones
atípicas que podemos considerar como de una sola vez: la capitalización de Aeroméxico
por parte de inversionistas extranjeros y la fusión entre Televisa y Univisión.
Si excluimos estas dos operaciones, la IED del primer trimestre de 2022 hubiese
sido de 12,553 millones de dólares. Es decir, la IED captada entre enero y
marzo de 2023, ajustando por las transacciones atípicas, excede en 48% a la
recibida en el mismo periodo del año anterior. Como mencioné, se trata de una
buena noticia.
Varios
analistas aseveran que esto es un resultado de que el país está captando mayor
inversión debido al fenómeno de la relocalización o nearshoring. Me parece que se debe analizar el dato con mayor
detalle. En primer lugar, se debe tener cautela al derivar conclusiones y
anticipar tendencias de una sola observación. Si revisamos el comportamiento de
la IED en los últimos años, veremos que, al cierre de 2022, ésta no había
superado los niveles captados antes de que iniciara esta administración. Si
bien es cierto que el movimiento de relocalización está cobrando más fuerza
recientemente, hay que considerar que éste empezó al menos desde 2017 a la par
de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Por tanto, hasta el
momento es difícil afirmar que el nearshoring
haya significado un cambio estructural en el comportamiento de la IED que
recibe México. Un ejemplo de un país que sí ha tenido un cambio estructural a
raíz de este fenómeno de relocalización ha sido Vietnam, cuya IED se ha
duplicado en los últimos 5 años.
Otro
factor a considerar en el dato de IED correspondiente al primer trimestre de
este año es que el 90% se explica por reinversión de utilidades. Esto, desde
luego es una noticia positiva: las empresas extranjeras que ya operan en
México, al reinvertir utilidades muestran que tienen confianza en el país.
Puede ser también que parte de esta inversión se explique por nearshoring: se reinvierte en el país
para aumentar la producción de bienes exportables y aprovechar la disminución
en la cuota de mercado que tiene China en los Estados Unidos.
Pero la
otra cara de la moneda es que solamente 10% de la IED corresponde a nuevas
inversiones. En el periodo enero-marzo captaron 932 millones de dólares que,
frente a los 1,949 millones (ajustando por operaciones atípicas) recibidos en
el mismo periodo del año pasado, representan una caída del 47% en las nuevas
inversiones directas. Es decir, el nearshoring
no ha implicado, hasta ahora, un cambio significativo en cuanto a la capacidad
del país de atraer nuevas inversiones.
Como he
señalado antes, para ello se requeriría de un viraje en la política energética y
de lanzar mayores señales de certidumbre que dejen claro que México es un país
en el que se respetan los contratos y no se cambian las reglas del juego a
mitad del partido. Si esto no ocurre, se desaprovechará la oportunidad que nos
presenta la relocalización.
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