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A rezar y a cortar verduras



1/10/2007

Lara Grajales.- ¿Se imagina usted una empresa donde se rece en forma diaria el rosario antes de ir a comer? ¿Usted creería que la misma es modelo incluso para un agro-corredor industrial? ¿Qué pensaría si le contara que su valor agregado y ventas por más de 140 millones de dólares anuales lo representa la mano de obra, al grado que los trabajadores siguen pelando las verduras a cuchillo?

Pues esto ocurre a unos 47 kilómetros de Puebla capital, en los límites de los municipios de Nopalucan de la Granja y Rafael Lara Grajales, por cierto considerados de alta marginación.

Al llegar a esa zona uno pensaría que Central de Malta de la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma sería la empresa más estratégica para la región. Pero no, en la práctica es una enlatadora de chiles y a la que, para evitar el sacrilegio su dueño decidió no denominarla "La Guadalupana".

Le enseñó a hacer chiles a Herdez

Félix Ayala ávila trabajó en Clemente Jacques, donde a lo largo de 20 años aprendió el oficio de hacer conservas, ese que le permitiría en 1968 comprar en dificultades, más que facilidades, una "fabriquita" de chiles en vinagre.

Con cien trabajadores empezó maquilando para Clemente Jacques y Herdez, pero muy pronto desarrolló su propia marca, La Morena, que actualmente comercia chiles en el país y en el extranjero.

"Una latita rodando en la basura no puede llamarse "La Guadalupana", exclama Don Félix sentado en su silla de ruedas, desde donde dirige su empresa, y vehículo que utiliza porque sabe que representa un empleo más para quien lo ayuda a desplazarse.

Y es que cuando se hizo de su fabriquita, la primera propuesta fue que se llamara La Guadalupana, por el fervor religioso del nuevo empresario.

"Yo no me podía imaginar la latita rodando con el nombre de la madre de Dios... ¡Imposible!. No puede llamarse así. Bueno, entonces que se llame La Morena, dijeron otros amigos. ¡Y así se llamó!", recuerda Ayala Avila.

Con 1 mil 946 trabajadores, Productos Alimenticios La Morena S.A., con domicilio en la calle Monterrey número 7, en las 16 líneas de producción hace de los chiles jalapeños y serranos, de la cebolla, la zanahoria, el tomate, el pimentón, el ajo y otras especias su materia primas clave.

Su propietario bien podría ser la envidia o el modelo a seguir de las cúpulos empresariales poblanos, no sólo por aquello de rezar el rosario, sino por la lógica de generar empleos y apoyar a la comunidad.

¡Y pensar que la factoría virtualmente fue creada por un barrendero o pepenador!

Sí, aunque usted no lo crea.

El empresario de 85 años de edad, Félix Ayala ávila, oriundo de La Piedad, Michoacán, vino a demostrar que nadie es profeta en su tierra y sentó sus reales en Nopalucan y Lara Grajales, en el centro del estado de Puebla.

De Garibaldi a Nopalucan

Tercero de ocho hijos de un modesto comerciante michoacano, tuvo que emigrar a los 14 años a la ciudad de México donde halló empleo como barrendero de verdura podrida y desperdicios en un mercado cercano a la famosa Plaza Garibaldi.

Ayala ávila revisaba los jitomates barridos, escogía los menos magullados y a través de un puesto de unos parientes los vendía.

Incluso hoy en día se jacta que "de un vistazo y desde lejos" puede escoger los mejores chiles y zanahorias.

Esas verduras fueron las que le permitieron los suficientes ahorros para comprar una destartalada camioneta en la que se trasladó a Grajales, donde operaba la empacadora La Cumbre.

Los propietarios de La Cumbre vendieron a Heinz y los patronos de ésta a su vez decidieron cerrar la fábrica por ser poco redituable.

Así que cuando Ayala ávila les ofreció a los empresarios comprar a plazos el inmueble, con paredes a punto de derrumbarse, aquellos sólo esbozaron una sonrisa y aceptaron la oferta.

En su silla de ruedas, a raíz de un accidente que sufrió en 1994, de trato llano y un tanto extravagante, Ayala ávila nunca deja su chaleco gris, como tampoco sus comidas en una fonda de Grajales y los viajes en taxi o los desayunos en Sanborns del boulevar, en la ciudad de Puebla,.

Y no es que no tenga dinero, más bien, argumenta: "Si me comprara un coche dejaría sin trabajo al taxista que todos los días me lleva a la fábrica".

Asimismo al preguntarle por qué no abandona la silla de ruedas empujada por un exteporocho del pueblo, explica que "el buen hombre que me ayuda con la silla no tendría cómo ganarse la vida".

Así que para Don Félix resulta una diversión ver cómo sus centenares de trabajadores salen de la fábrica a comer y cruzan la avenida Progreso; "porque es uno de los espectáculos que más gusto me da en la vida".

Quizá por eso, porque sabe lo que es sufrir ante la falta de trabajo, o porque sabe que siempre los sabores naturales son mejores, se ha negado a tecnificar su fábrica. "Porque si comprara maquinaria dejaría sin trabajo a mucha gente, y además los chiles pelados a la antigüita tienen mejor sabor".

Y con el mismo procedimiento "a la antigüita", ahora después de casi cuatro décadas está diversificando sus 16 líneas de producción, con sus chiles y zanahorias en escabeche o salsas; frijoles, todo tipo de salsas La Morena o sus nopales enlatados para exportación.

Y es que si algo sobra en esta región son nopales.

Por eso, para propios y extraños sólo es Nopalucan, aunque el nombre oficial es Nopalucan de la Granja, en honor de Juan de la Granja quien envío desde este lugar el primer telegrama del país, un 5 de noviembre, hace 150 años.

A ver si hacen fiesta. Pero ésa, esa es otra historia.

¿Redefiniciones en puerta?

En medio de rumores que van de la inminente desaparición de la fábrica, a la creación de una nueva planta, pasando por el plagio de su receta secreta, la firma creada en los años setenta por Félix Ayala ávila y secundada por su hijo Félix Ayala Romo enfrenta un escenario inédito.

Y es que lejos de aquellas épocas en que el propietario puso andar la planta (octubre de 1969) y garantizó su operación continua (septiembre de 1970), hoy a sus 38 años de operación, los Ayala enfrentan una feroz competencia que implicará redefiniciones extremas.

A la fecha el contrato colectivo de trabajo, registrado en 1987 bajo el expediente CC 796-87, está en manos del sindicato de trabajadores en general de la fábrica de productos alimenticios La Morena. Ese sindicato pertenece a la Federación de Trabajadores de Puebla (FTP-CTM) y aglutina a mil 946 trabajadores.

La planta La Morena de suyo no es tan mecanizada, debido a la visión de don Félix, quien no obstante empaca desde chiles jalapeños en escabeche, chiles rellenos de picadillo o queso en salsa de tomate, rajas verdes y rojas de chiles jalapeños en escabeche, rajas de chiles jalapeños en salsa La Morena, hasta tres distintos tipos de salsas, cinco presentaciones de piña y mango en almíbar, chícharos, zanahoria y nopales.

Hoy en el pueblo circulan las más dispares versiones que van desde la venta de la firma a una empresa de capital ibérico, la apertura de una nueva planta mecanizada en el vecino estado de Tlaxcala, y hasta el pirateo de recetas por la contratación de personal de confianza por una firma radicada en Guadalajara, denominada Carey.

Sin embargo la empresa sigue adelante, con su exclusivo sistema de producción con el corte artesanal y preparación de los productos. Pero eso es lo que les da "su sabor", y sus productos son los preferidos en cierto sector del mercado nacional y extranjero.

El trato cordial con los trabajadores, verlos progresar, defendiendo todas y cada una de las fuentes de trabajo, y con la oración diaria en todas las líneas de producción antes de ir a comer, hacen del dueño y de La Morena una empresa especial.

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